281.- El Tajo de Barbate
El acantilado tiene
una torre como cresta
que servía de vigía
y ahora nos sirve de meta.
Y es que pasear entre pinos,
con la mar siempre de fondo,
es como tocar el cielo
de este lugar fabuloso.
Entre enebros, retamas,
lentiscos, romeros y otros,
van perfumando el ambiente
para deleite de todos.
Nuestra meta es llegar,
justamente, hasta la torre
que se alza majestuosa
coronando estos montes.
En su caída vertical,
el acantilado ofrece
un balcón abierto al mar
que casi nos pertenece.
Y es que el Tajo de Barbate
es para los barbateños
la estampa más entrañable
y mítica de mi pueblo.
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