jueves, 23 de abril de 2020

227.- La Chica



227.-La Chica

La Chica de Valverdón
nos regala cada día
una sonrisa de amor.

La Chica de Valverdón
tiene nombre de zarina,
Anastasia le pusieron,
capricho de su familia.

Dicen que la Chica, un día,
se fue a la gran ciudad,
a conocer a otra gente
dejando su pueblo atrás.

Y allá vivió a su aire
y dio riendas a su pensar;
el trabajo y su familia
le ayudaba a disfrutar.

Siempre tiene una sonrisa
que comparte con nosotros
y palabras agradables
que acogemos con gozo.

Dicen que Anastasia, un día,
dio tal giro a su vida
que sonreía aún más
por la dicha que sentía.

Un cordobés, de Baena,
ha perdido su olivar.
La Chica de Valverdón
se lo llevó a su trigal.

Volvieron a Salamanca,
sin poner la vista atrás.
Aquí viven y conviven,
lejos de la gran ciudad.

La Chica de Valverdón
nos regala cada día
una sonrisa de amor.

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domingo, 19 de abril de 2020

226.- Metamorfosis



226.- Metamorfosis

Todos tenemos un árbol
que nos transporta a un pasado
donde estuvo presente
y fue testigo no humano.

Todos tenemos un árbol
protector de los secretos
que miramos de soslayo
para no ser descubierto.

Nuestro árbol de la vida,
aquél que no era un manzano,
brilla entre los demás
por nuestro amor al pasado.

Todos tenemos un árbol 
que crece cuando nosotros,
sólo que él nos protege
de los fantasmas de otoño.

El árbol de nuestras vidas
es árbol primaveral
con robustas ramas verdes
y yemas a reventar.

Bajo la sombra del árbol
de más de sesenta ramas,
veo la vida pasar
sin moverme de mi casa.

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domingo, 5 de abril de 2020

225...- Todos en casa


225..- Todos en casa

Este temporal de virus
que nos azota y nos mata,
deja desiertas las calles
por vivir esta desgracia.

Y quedan vacíos los parques,
y los niños sin escuelas;
todos estamos en casa
por esta horrible pandemia.

La pena de los abuelos
de no salir a la calle
es peor que la de los niños
por su silencio inmutable.

Y los bancos de las plazas,
ayer lugar de tertulias,
se quedan sin sus mayores,
que no se ausentaban nunca.

Ellos están en sus casas,
oyendo malas noticias,
temiendo ser el siguiente
que engorde la mortal lista.

Y se agazapan y sufren
por no salir a la calle
y hacer lo que siempre hicieron;
contar cuando era un  don nadie.

Jamás pensaron que un día,
estando sano y con ganas
de hacer de la vida recreo,
le hicieran quedarse en casa.

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