346.- Como girasoles
Un campo de girasoles,
como un derrotado ejército,
cabizbajos y harapientos,
parduzcos y casi negros;
que pierde su alineación
y, también, su compostura,
hoy sirve de granero
de palomas que embuchan.
Sus rígidas y verdes cañas
que les servían de sostén,
hoy, apenas, son fantasmas
que no se tienen de pie.
Al igual que los girasoles,
nosotros también perdemos
ese brillo juvenil
cuando llegamos a viejos.
Como ellos, nos encorvamos,
caminamos cabizbajos,
sin aquella rigidez
que tuvimos, hace ya años.
También nos volvemos grises
para ese mundo exterior
de imagen refrescante
juvenil y de color.
Así, como girasoles,
agostados y encorvados,
van pasando nuestras vidas
con los recuerdos de antaño.
Sólo nos queda pensar
que un día amarilleamos
con el frescor de la mar.
Entonces sí que brillamos.
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