198.- Sin un adiós
Creí estar visitando
una muerte anunciada,
el desahucio de la vida
de una persona temprana.
Ella era todo ilusión;
con su hijo, con su vida,
con esas pequeñas cosas
que arrancaban su sonrisa.
Quise decirle adiós,
pero era tanta su prisa
por llegar a la otra orilla
que no obtuve despedida.
Ella era una chiquilla
satisfecha con su mundo.
Vértice de su familia,
deja sin techo a los suyos.
Lloré en silencio su muerte,
al igual que mi familia.
Ahora hay un gran vacío
en su casa y en su villa.
La línea que nos separa
va de la vida a la muerte.
A un lado queda el dolor;
al otro, todo es inerte.
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