viernes, 15 de noviembre de 2019

217.- ¡Zape, Coco! ¡Zape, zape!



217.- ¡Zape, Coco! ¡Zape, zape!

No era un gato maragato,
sino que era salmantino.
Negro como una pantera;
grande, para ser minino.

Sólo su barriga blanca
y sus blancos calcetines
daban la imagen de gato
entre sus otros afines.

Atento a cada ruido,
con su felina mirada,
entra y sale de la casa
como si nada pasara.

Al gato, lo que es del gato:
corral como a los demás.
Pero el muy caprichoso
entra y sale sin llamar.

Una voz atronadora
rompe la tranquilidad:
¡Zape, Coco! ¡Zape, zape!
E igual que entró, se va.

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216.- Un mar de luces



216.- Un mar de luces

Siempre me gustó tener
una idea en la cabeza,
un camino por hacer
y en mi bolsillo, un poema.

Todo mi patrimonio es
una ventana al mar
y un barquito de papel
con mi nombre familiar.

Lo demás, es un camino
que voy dejando atrás.
Mis huellas son testigos
de que digo la verdad.

Cerca de mi casa hay
un mar tranquilo de luces
que te deslumbra al mirarlo
y, al mismo tiempo, seduce.

Y a mis pies, llegan las olas;
distintas unas de otras,
como los días que pasan
y el tiempo luego los borra.

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