341.- Una jugada más
He jugado a las cartas,
como cualquier vecino;
he bebido en los bares
malos y buenos vinos.
He cantado de noche
y he bailado de día;
he contado las olas
en mis horas perdidas.
Entendí que el amor
era una asignatura
que se aprende en la calle
con lecciones nocturnas.
Comprendí que los sueños
nos mantienen con vida,
encendiendo la mecha
que alumbraban mis días.
Me quedé con las cosas
simples y más sencillas,
como mirar a la mar
para amar a la vida.
Después de todo, es bueno
tropezar y caer
y levantarme luego,
para sentirme bien.
La vida es un juego
que hay que disfrutar,
porque, si pierdes, ganas
una jugada más.
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