381.- Siete de Mayo
Recuerdo el Siete de Mayo
como un día de romería.
Íbamos desde Barbate
a la ermita de la Oliva.
Estrenando juventud
y la ilusión por bandera,
buscábamos aventuras
sin temor a cómo fueran.
El trayecto hasta la ermita
era una procesión
de gentío yendo y viniendo,
devotos de diversión.
Con ropa nueva de estreno
y tenis blancos o azules,
terminábamos el día
envueltos en una nube.
Había puestos que vendían
refrescos y bocadillos,
quioscos vendiendo helados
y otros bares de cañizo.
La ropa que iba de estreno,
poco a poco, perdía brillo,
entre refrescos, viandas
y juegos bajo los pinos.
A las siete de la tarde,
estábamos tan cansados,
que a la hora del regreso
volvíamos desmadejados.
Era un día estupendo,
divertido y de locos.
En la ermita se quedaba
el recuerdo como exvoto.
.../...
Primo cuando recordamos a Barbate los que estamos fuera nos acercamos a él y revivimos tiempo que forman parte de nuestra historia, es igual que cuando sueña con un ser querido yo le doy gracias a Dios por dejarme estar un ratito con ellos
ResponderEliminarCreo que te puse lo mismo pero de otra forma yo me hago un lío con el Facebook por eso no pongo nada
ResponderEliminarGracias, primo, por tus palabras.
ResponderEliminarSabemos cómo eran aquellos 7 de mayo
que nombro y que nos ayudaron a ver las cosas como hoy las vemos.
Un abrazo.
Abrazos amigo,que bien escribes.
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