300.- Con un vino de más
Remar a favor del viento
siempre fue tarea fácil;
la dificultad empieza
con el viento por delante.
Habrá que apretar los dientes
y empuñar fuerte los remos
para que la embarcación
llegue, presta, a buen puerto.
Una vez en tierra firme
y con la garganta seca,
lo mejor es enmendarse
con un vino en la taberna.
El mostrador es su amigo
y a quién le cuenta su miedo
y, entre sorbo y sorbo,
se siente más marinero.
Tras un vino, pide otro;
y tras otro, vienen otros;
y, apoyándose en la barra,
el marinero se ha roto.
Tambaleando por la calle,
ahora lleno de valor,
regresa a su embarcación
blasfemando contra Dios.
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