245.- Unidos por los aros
Yo era el comodín;
tú, la baraja.
Yo, el barco de vela
y tú, mi playa.
Tú, mi fértil jardín,
mi pozo y mi agua;
yo, la llama de fuego
de tu solapa.
Tú, la sombra de encina
de mis poemas;
yo, tu verso suelto
lleno de quejas.
Tú, la llana palabra
que da en la diana;
yo, la rima sencilla
que no dice nada.
Somos la cara y cruz
de la misma moneda,
unidos por los aros
de la misma cadena.
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