domingo, 26 de marzo de 2017

167.- Una de cangrejos



167.-Una de cangrejos

Iban de piedra en piedra
casi como los crustáceos,
éstos, no más advertirlos
huían a todo trapo.

Acechaban como ellos,
casi sin hacer ruido
y, totalmente, en silencio
para pasar inadvertidos.

Un grito desgarrador
se dejó oír en la playa,
después las voces: ¡Tío Chano !
y yo corría a la llamada.

Con un dedo en la hura
se desgarraba Juan Pedro
sin poderse desprender
de las pinzas del cangrejo.

Temiendo perder el dedo
no se alejaba de allí,
el mordisco del cangrejo
no lo dejaba huir.

Rápidamente, acudí
y, tomándolo del brazo,
sin más, liberó su dedo 
y se alejó llorando.

-Tío Chano, ¿perderá el deo?
-¡Por favor, Paco, cállate!
-¡Siempre tiene que ser Juanpe!
-¡Juanma, por favor, ya vale! 

Cada vez que lo contamos
nos reímos recordándolo.

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