jueves, 4 de marzo de 2021

276.- Como cualquier lugareño



276.- Como cualquier lugareño 


A Salamanca llegó

un andaluz, gaditano,

en un barco de papel

con olas de contrabando.


Y allá donde llegaba

dejaba su olor a mar,

no porque él lo quisiera,

lo delataba su hablar.


Llevaba un poemario

lleno de playas y sol

y de un barco navegando

con viento a su favor.


Recorrió todas sus calles,

disfrutó de sus paseos,

bebió, también, en sus bares,

como cualquier lugareño.


Al regresar a su tierra

hablaba de aquel lugar

donde las piedras se encienden,

casi, cuando el sol se va.


Hablaba de una gran plaza

que servía de salón;

dentro de ella, un enjambre

de gente en su mirador.


Hablaba también de un río,

de un ciego y de un tal Lázaro;

de campos llenos de encinas,

y gente de bar y campo.


De estudiantes en la plaza,

de extranjeros deambulando,

conociendo la ciudad;

de la piedra y sus encantos.


En la terraza de un bar,

estoy sentado, dudando,

si mirar hacia la mar

o a la plaza y sus encantos.


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