393.- No es bueno comparar

393.- No es bueno comparar

Troya tiene su caballo

y Salamanca, su toro;

París, la Torre Eiffel;

Salamanca, plaza de oro.

Todas tienen sus encantos,

y cada cual el suyo.

No es bueno comparar

ni las cosas, ni los números.

Los  puentes de Salamanca

no envidian los de París,

tampoco los de Sevilla;

lo que importa es unir.

Los campos de Salamanca

tienen encinas y toros;

las copas de las encinas,

verdes capotes redondos.

El cielo de Salamanca

luce cuajado de estrellas;

bajo ese cielo, sus gentes,

viven las noches con fiestas.

Cierra las puertas, niña,

de Salamanca,

para que no entre el frío

en nuestras almas.

En la calle Compañía

suena un violín.

La calle se hace corta,

notas sin fin.

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392.- Ausente del presente

392.- Ausente del presente

La puerta estaba abierta.

Ella estaba sentada

junto a una mesa redonda;

detrás, una gran ventana.

Miraba a ninguna parte.

El reloj no le importaba;

tampoco esperaba a nadie.

Entró un joven saludándola.

- ¡Hola, mamá! Un besito.

- ¿Por qué me llamas mamá?

¿Quién eres tú? ¿Qué quieres?

Quiero irme a mi casa.

-Vale. Tranquila, mamá.

Soy tu hijo, el bromista,

como siempre me llamaste.

Ahora voy a ser tu guía.

- ¡Pues llévame  con mi madre

que me estará esperando!

-La abuela ya no está;

ni la casa que has nombrado.

Venga, vamos a salir

que te dé un poco el aire,

que es bueno "pa"  tu salud,

y así visitas la calle.

La levantó de la silla

y salieron de la casa,

agarrándola, muy fuerte,

del brazo para sujetarla.

Ella quería deshacerse

del joven que la retenía

y, viendo que no podía,

se dejó llevar. No entendía.

Por la calle se les ve

como dos enamorados.

Él, hablando del presente;

ella, ausente y a su lado.

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391.- Don Quijote y otros más.-

A Juanjo García Carabias

 391.-  Don Quijote y otros más

Dicen que hubo en La Mancha

un tal Quijote

que, a lomos de su caballo,

cabalgó buscando el norte.

Para ello se había armado 

de caballero,

tomando como aliado

a su buen fiel escudero.

Y así, con lanza en ristre,

fue cabalgando,

siempre bien acompañado

de su inseparable Sancho.

Sus batallas de ayer,

hoy son las nuestras.

Defender, era su lema,

de malhechores, la tierra.

Aún quedan hombre buenos

que nos defienden.

Son los que con sus consejos

y honradez nos protegen.

La humildad de un amigo

llega más lejos

que las ideas del político

que dice ser de los nuestros.

Los gobernantes crean 

grandes molinos,

donde ellos mueven los brazos 

y aumentan sus beneficios.

Habrá que derribar

a esos gigantes

y actuar como se merecen,

con la ley como garante.

Aún quedan hombres buenos

que nos defienden;

pongamos a Don Quijote

y a otros, que nos protegen.

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